Pueblos bonitos cerca de Santa Susanna

Una escapada mediterránea a tu ritmo

A medio camino entre Barcelona y la Costa Brava, Santa Susanna es un punto de partida perfecto para quienes viajan en autocaravana o camper. Frente al mar, con un ambiente relajado y un entorno natural privilegiado, ofrece la libertad de moverse entre calas escondidas, pueblos medievales y sierras cubiertas de pinos.

Desde aquí, en apenas unos kilómetros, se abre un mosaico de paisajes donde la historia, la gastronomía y el mar se entrelazan con la tranquilidad del interior. Viajar por esta región es disfrutar del Mediterráneo más auténtico, donde el tiempo se mide en puestas de sol y desayunos frente al mar.

Día 1 – Calella y Sant Pol de Mar: alma marinera del Maresme

A tan solo unos minutos de Santa Susanna, Calella recibe al viajero con sus calles peatonales, su faro y su paseo marítimo lleno de vida. Este antiguo pueblo de pescadores conserva su carácter mediterráneo, con un centro histórico repleto de bares donde probar las típicas tapas marineras.

El área de autocaravanas, situada cerca del centro, facilita la estancia y permite descubrir la localidad a pie. Desde el faro, las vistas del litoral son espectaculares, especialmente al atardecer.

Un poco más al sur, Sant Pol de Mar invita a perderse entre sus calles encaladas, con balcones llenos de flores y el sonido del mar siempre presente. Es uno de los pueblos más pintorescos del Maresme y un destino muy apreciado por su ambiente tranquilo y su excelente gastronomía.

📍 Dónde dormir: Área de autocaravanas de Calella o aparcamiento habilitado en Sant Pol de Mar.
🍽️ Qué probar: Suquet de peix (guiso de pescado) y helados artesanales frente al mar.

Día 2 – Blanes y Tossa de Mar: el inicio de la Costa Brava

La ruta continúa hacia el norte, adentrándose en la Costa Brava. El primer destino es Blanes, conocido como el “portal de la Costa Brava”. Su paseo marítimo y su jardín botánico Marimurtra, con vistas al mar, son paradas imprescindibles.

Viajar en camper por Blanes es sencillo: el área de autocaravanas se encuentra cerca del puerto y permite moverse cómodamente por la ciudad o acercarse a las calas cercanas, como Cala Sant Francesc o Cala Treumal.

Unos kilómetros más adelante, Tossa de Mar sorprende con su impresionante recinto amurallado frente al Mediterráneo. Pasear por sus calles empedradas, descubrir la Vila Vella y disfrutar de una cena junto al puerto es uno de los grandes placeres de la ruta.

📍 Dónde dormir: Área de autocaravanas de Blanes o zona habilitada en las afueras de Tossa de Mar.
🍷 Qué probar: Pescado fresco del día acompañado de vino DO Empordà.

Día 3 – Hostalric y Breda: historia y naturaleza del interior

Para completar la escapada, el tercer día invita a dejar atrás la costa y adentrarse ligeramente en el interior. A menos de 40 minutos de Santa Susanna, Hostalric conserva uno de los conjuntos medievales mejor preservados de Cataluña. Sus murallas, torres defensivas y el castillo son un auténtico viaje al pasado.

El casco antiguo está lleno de pequeñas tiendas y restaurantes donde degustar cocina local. Además, Hostalric dispone de zonas de aparcamiento amplias para autocaravanas, lo que lo convierte en una parada práctica y agradable.

A unos kilómetros, Breda ofrece una experiencia diferente: un pequeño pueblo ceramista con un encanto especial. Sus talleres artesanales, la iglesia de Sant Salvador y las vistas al Montseny hacen de este rincón un final perfecto para la ruta.

📍 Dónde dormir: Área de autocaravanas de Hostalric o aparcamiento en las afueras de Breda.
🍽️ Qué probar: Pan con tomate, embutidos del Montseny y cervezas artesanales locales.

Una ruta entre el mar, la montaña y la autenticidad catalana

Recorrer los pueblos bonitos cerca de Santa Susanna en autocaravana o camper es adentrarse en un mosaico de contrastes: playas doradas, acantilados, callejuelas medievales y pueblos donde la vida sigue el ritmo pausado del Mediterráneo.

Cada parada ofrece una nueva experiencia: un amanecer sobre el mar, un paseo entre murallas o una comida sencilla pero llena de sabor. La proximidad entre los pueblos permite viajar sin prisas, detenerse donde apetece y disfrutar del verdadero lujo de la libertad.